sábado, 3 de septiembre de 2011

Vamos a pintar de colores el mundo

Ya estoy harta de este mundo tan gris y triste, lleno de violencia y guerras. Me encierro en mi cuarto, y me acuesto en mi cama, con los brazos bien estendidos.
Cierro los ojos.
Cuando los vuelvo a abrir, todo ha cambiado. Miro a mi alrededor, estoy en un mar de hierba. Acaricio ese verde con los dedos, está muy suave.
Me levanto. Ese mar es infinito, miro donde miro hay hierba y hierba.
Veo que estoy vestida con un vestido blanco.
Miro el cielo, hay un sol radiante, y el cielo parece que estubiera lleno de luz.
Sonrío, y de repente oigo una melodia preciosa, algo que no había escuchado nunca, pero que me era familiar.
Mis pies se empiezan a mover, y antes de que me dé cuenta, estoy bailando sobre ese mar de hierba. Parece como si flotara. Llego a un árbol enorme, creo que es un roble. En sus ramas hay miles y miles de pájaros de todos los colores, y son ellos los que canta la melodía.
Trepo por ese árbol y me siento en una de las ramas. No es la más alta, pero desde allí se ve todo el campo de hierba. En el horizonte, y veo algo brillando como una estrella.
Me bajo del árbol y corro a toda velocidad hacia ese punto luminoso. Cuando llego, no veo nada.
Está todo igual, parece como si no me hubiera movido del sitio, sigue todo igual. Hierba, hierba y más hierba.
Pero algo me llama la atención. En el suelo, a mis pies, hay un pincel. Lo cogo.
Parece un pincel normal y corriente, pero hay una inscripción en la madera. Pinta tu propio mundo, dice.
Oigo un ruido detrás de mi, y cuando me giro, veo a un chico de mi edad. Tiene unos rasgados ojos verdes, del mismo color de la hierba. Me sonríe.
-Ven, pintemos de colores el mundo, juntos.
Y le cogo de la mano que me estiende.
Cuando abro los ojos, me encuentro en mi aburrida habitación. Había sido un sueño hermoso, aunque no tenía mucho significado. Me senté en la cama, y me di cuenta que tenía algo en mi mano.
Era el pincel.
No me lo podía creer. Tenía la misma inscripción y todo. Me levanto de un salto, cogo mi chaqueta, y salgo corriendo de casa, con el pincel en la mano.
De repente, me choco contra alguien sin querer.
-Perdón...-empiezo a decir, pero me quedo muda al ver contra quién he chocado.
Es el chico. Y me sonríe. Y me extiende la mano, como en el sueño, y me dice:
-Todavía hay que pintar de colores el mundo, ¿vienes?
Y yo, sonriente, le cogo de la mano.



3 comentarios:

AnToo!! dijo...

Olaaa! Que blog mas increiblee <3 me encanta, así que ya mismo me hago seguii, felicidades porque tienes un blog estupendo igual que tu, una gran bloggera.

Valery dijo...

gracias anto!!!! ;)

Anónimo dijo...

Me EN-CAN-TA, ojalá soñará yo algo así y fuera de verdad :D