martes, 17 de junio de 2014

Sus alas se abrieron, poco a poco, acariciando el aire con su plumaje, y sus mejillas. Miró al cielo una vez más, y empuñó su espada con fuerza. Las notas sonaban en el aire con lentitud. Nunca la calma se respiró de esa forma en toda la historia.
Las alas llenaban el Universo, y cada pluma estaba compuesta por miles de estrellas. La máscara tapaba su rostro, si es que había alguno debajo. Cuernos sobresalían de su frente, retorciéndose hasta formar lunas.
La espada rasgó el aire, y sus ojos vieron el poder. Cada fibra de su ser estaba en sinfonía con la música esparcida, y su cuerpo se estremeció levemente. Las ramas de los árboles más cerca se mezclaron hasta envolverle, y él, ajeno a toda muerte, sonrió y vio su primer amanecer.

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