viernes, 18 de mayo de 2012

El escritor del cielo



-Te daría el cielo si faltara.-
Cada pequeña cosa que hacía, era mágico. Cómo encendía la luz, cómo abría una puerta, cómo se tomaba el café.
Cogí más fuerte que nunca el lápiz. Tenía que dibujarle como Dios manda. Poder, con una imagen, plasmar todo lo que él era. Un mundo en el vacío. Una estrella en la oscuridad. Una vela en las noches sin luna. Una esperanza. Un recuerdo al que puedes sumergirte cuando estás mal. Todo eso era él.
Empecé a trazar algunas líneas. Poco a poco, las líneas fueron tomando forma. Poco a poco, fue apareciendo él en el lienzo. Mirando por una ventana. El cielo oscuro, amenazante de lluvia. Pero él lo iluminaba todo de una forma única. Sus ojos verdes como lo más profundo de un bosque, escrutaban la ciudad en busca de algo que no sabía que era.
Una gota manchó el cuadro sin acabar todavía. No, no llovía. Era yo. ¿Por qué?
Acabé de pintarlo todo, dejando la lágrima donde estaba. Formaba parte del cuadro, como la pintura, como los trazos, como todo.
Él me había regalado mi primera caja de pinturas. Me había regalado mi sueño. Él me lo dijo:
-Aquí tienes los colores que le hacen falta al mundo.-con esa sonrisa que hacía pensar que lo que necesitaba el mundo eran unas gafas de sol.
-Mira; allí, en esa calle, hay un sueño irrealizable. ¿Sabes por qué?-me dijo un día mientras íbamos por la ciudad.
-¿Por qué?
-Porque no tiene el valor de pintar el cielo.
Esa respuesta jamás la entendí.
-¿El cielo?
-Sí. El cielo. ¿Cómo se puede pintar la rabia de las nubes de tormenta, la ilusión de un día lleno de sol, la comodidad de las nubes blancas estampadas en azul? ¿En un solo lienzo? Imposible. Pero hay que intentarlo. Así se aprenderá que lo que hay que hacer es observar el cielo siempre.
Él era escritor. Él entendía el mundo de una forma que nadie más lo hacía. Siempre me pregunto si todos los escritores son así, o sólo él. Él me enseñaba las puertas por donde tenía que pasar para descubrir el mundo oculto detrás del gris que yo veía. E hicimos una promesa: yo pintaría las ilustraciones de sus libros, y él escribiría libros de mis pinturas. Era nuestro futuro.
Volví a la cruda realidad. Observé el cuadro. Sin darme importancia, estaba bien hecho. Sonreí, triste, cogí la navaja que tenía al lado, cogí el cuadro y empecé a destrozarlo. Lo rompí mientras un mar de lágrimas recorría mis mejillas. Cuando me hube desahogado, solté la navaja y el cuadro echo papilla.
Miré a mi alrededor, parpadeando, confusa. Me froté los ojos, ya que no veía nada con lo que quedaba de mis lágrimas. Mi habitación estaba llena de cuadros sin acabar, ideas frustradas que iban y venían, y que no iban a ninguna parte. Todo estaba perdido. Porque él se había ido.
Se mudó hacía ya dos años. No volvería a aparecer nunca más. Se marchó un día, de repente, sin decir nada. Lo llamé. Lo busqué por todo el país, por todo el mundo. Era como si no hubiese existido nunca. Su familia ignoraba también su paradero.
Lo echaba de menos. Mis cuadros ya no tenían vida como antes. Ahora son apagados, grises, sombras. Me senté al frente de la ventana, para observar la ciudad que había descubierto con él.
Entonces lo vi.
Era él.
Con sus ojos verdes de bosque. Con su andar tranquilo.
Me levanté y salí como un rayo por la puerta.
Prácticamente salté encima de él en cuanto le vi por la calle.
-¡PAUL!!!-grité con todas mis fuerzas.
Él se giró, sorprendido, y entonces me vio. Se le iluminó la cara.
-¡ROXANNE!-gritó él a su turno.
Se acercó a mí, y me abrazó. Yo le abracé con todas mis fuerzas, casi asfixiándolo. No quería que se volviera a ir, nunca.
-¿Qué haces aquí?-preguntamos a la vez.
Nos reímos como dos estúpidos.
-Va, tú primero-acabé diciendo.
Él sonrió.
-Visitaba viejos lugares. Ya sabes. ¿Y tú?
Le miré a los ojos, de repente seria.
-Te estaba esperando.
Él también dejó de sonreír.
-¿Por qué?-preguntó como si tal cosa.
La ira de dos años volvió a mí como una avalancha.
-¡PORQUE DESAPARECISTE ASÍ, DE REPENTE! ¿SABES CUÁNTO TE ESTUVE BUSCANDO? No tienes ni idea. Pensé que te habían raptado o algo así. O...-tragué saliva.
-...¿asesinado? No, nada de eso. Estuve de viaje.-respondió, tranquilamente.
-¿De viaje? ¿Dos años?-dije, cada vez más enfadada.
-Sí.-dijo, esta vez con un deje de ira en la voz.
-¿CREES QUE SOY ESTÚPIDA O QUÉ? ¿DOS AÑOS? ¿QUÉ HAS HECHO DURANTE DOS AÑOS, SIN DECIR NADA A TU FAMILIA, A TUS AMIGOS... A MÍ?-exploté.
-¿Y ESO QUÉ MÁS DA? ¿HE VUELTO, NO?-explotó él a su turno.
-¿Y CREES QUE CON VOLVER REPARAS DOS AÑOS DE SUFRIMIENTO? No puedes estar diciéndolo en serio.
Abrió la boca para decir algo, pero se arrepintió y la volvió a cerrar.
Nos quedamos así, mirándonos entre nosotros, en silencio, mientras la marea humana nos iba envolviendo poco a poco.
-Te he echado de menos-susurré, mirando mis pies.
-Yo más a ti.-respondió con el mismo tono de voz.-pero no podía volver. Tuve que irme por unas...deudas. Ya sabes. Asuntos que no podían esperar. Lo siento. Sé que no merezco que me perdones, pero que sepas que no me fui por mi propio consentimiento.
Le miré a los ojos, otra vez con una sonrisa en los labios.
Me devolvió la sonrisa, y me besó. Sí. Así de simple.





3 comentarios:

Pequeñas ilusiones(L) dijo...

oihsss es preciosa :)
me encantan tus entradas(aunque no comente las leo... Xd)
Tienes premio en mi blog : http://juliaysushistorias.blogspot.com.es/
Un beso

Pequeñas ilusiones(L) dijo...

Oishh es preciosaaa :) me encantaaa
Son preciosas sus entradas(aunque no te comente las leo todas )
Un beso

Green Elephant dijo...

me encantaa *-*
absolutamente precioso, en serio, me ha gustado muchísismo
sigue así!!