Barcos de papel, tan frágiles por un mar sin fin. Navegando, sin rumbo, sin dirección ni destino.
-¿No sientes nada?-preguntó él.
-Hace tiempo que dejé de sentir-respondió ella.
Un barco de papel en especial le entra agua. Poco a poco, su frágil consistencia de papel se hunde para dejar de existir.
-¿Por qué?-insistió él.
-Porque no sabía que, junto a ti, el amor significa soledad-dijo ella.
Poco a poco, ella se fue alejando. Su corazón dormía. Había dejado de lado toda su vida por él. ¿Qué hizo él? La dejó allí, como una muñeca de trapo. El corazón de ella se apagó como una vela al viento. Su vida dejó de serlo.
El barco de papel se hundió, y las aguas volvieron a su apacible tranquilidad. Pero, en el fondo, el barco de papel se deshacía, lentamente, para dejar sólo el rastro de una ilusión perdida.
Ella siguió caminando, sin descanso. Puede que llegara a su destino. Puede que no. Nadie lo supo, ni siquiera ella. Su corazón dormía. El mundo se había parado a su alrededor. Ya no sonreía, ni lloraba, ni expresaba sentimientos ya muertos.
Él vio como ella se iba para no volver. Nada se rompió en su interior. Ni una lágrima, ni una confusión, ni un amago de arrepentimiento. Sólo algo de pena, como un niño que pierde un juguete más que se puede sustituir. Como un niño que no sabe que, aunque sustituya ese juguete perdido, no habrá otro igual.
Un barco de papel hundido. Un corazón dormido. Un juguete perdido. Sonrisas rotas. Lágrimas muertas.
Caminos sin destino...
-¿No sientes nada?-preguntó él.
-Hace tiempo que dejé de sentir-respondió ella.
Un barco de papel en especial le entra agua. Poco a poco, su frágil consistencia de papel se hunde para dejar de existir.
-¿Por qué?-insistió él.
-Porque no sabía que, junto a ti, el amor significa soledad-dijo ella.
Poco a poco, ella se fue alejando. Su corazón dormía. Había dejado de lado toda su vida por él. ¿Qué hizo él? La dejó allí, como una muñeca de trapo. El corazón de ella se apagó como una vela al viento. Su vida dejó de serlo.
El barco de papel se hundió, y las aguas volvieron a su apacible tranquilidad. Pero, en el fondo, el barco de papel se deshacía, lentamente, para dejar sólo el rastro de una ilusión perdida.
Ella siguió caminando, sin descanso. Puede que llegara a su destino. Puede que no. Nadie lo supo, ni siquiera ella. Su corazón dormía. El mundo se había parado a su alrededor. Ya no sonreía, ni lloraba, ni expresaba sentimientos ya muertos.
Él vio como ella se iba para no volver. Nada se rompió en su interior. Ni una lágrima, ni una confusión, ni un amago de arrepentimiento. Sólo algo de pena, como un niño que pierde un juguete más que se puede sustituir. Como un niño que no sabe que, aunque sustituya ese juguete perdido, no habrá otro igual.
Un barco de papel hundido. Un corazón dormido. Un juguete perdido. Sonrisas rotas. Lágrimas muertas.
Caminos sin destino...
2 comentarios:
Hola!!!! he estado mirando tu blog y realmente me gusta mucho!!!!!
el mío es Nieve polvo y es un blog-homenaje a todos aquellos chicos que sin pretenderlo nos ayudan a soportar mejor el adverso clima de las estaciones de esquí.
Así que te esperamos para que te alegres la vista, participes en las votaciones y nos envíes fotos!!!!!! que nievepolvo no es ni mío ni tuyo ni suyo, ES DE TODAS!!!
www.http://nieve-polvo.blogspot.com/
aisss! q bnito!!! (envidia.. xddd pero sana, ehh? xd) jajja me encntaa! bsos!! (L)
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