Ese momento

Miro a mi alrededor. Las parejitas están como tortolitos, besándose o cogiéndose de la mano, cada cual más empalagosos. No quiero mirarle, me pondría roja en un plis plas, así que me concentro en la película, o eso intento.
Estamos en el cine.
De repente, llega ese momento, en que nuestras dos manos se deslizan en las palomitas, en que los dedos se rozan, en que levantamos la vista y nos miramos a los ojos, en que ya tienes una idea de qué ocurrirá, y que no puedes evitarlo. Ese momento, en que ves que sonríe, y que se inclina hacia adelante, y aunque se tardá momentos en moverse te da la impresión que va lento, entonces, me inclino yo también y nuestros labios se unen. Ese momento, en que parece que donde estás es un cuadro, y que han borrado o difuminado todo a nuestro alrededor. Sólo le veo a él, y aunque estamos a oscuras con solo la luz de la enorme pantalla te parece que hay una explosión de luz a tu alrededor.
Llega ese momento en que nos separamos, y me doy cuenta que nuestras manos siguen unidas debajo de las palomitas y no me había dado cuenta hasta ahora.
Miro la pantalla, tratando de no mirarle. Pero en realidad no veo nada, no presto atención, sólo a tus ojos clavados en mí.
Y me giro, y te veo sonriendo, veo tus ojos brillantes, y veo que yo también le estoy sonriendo.
La magia del cine...