jueves, 10 de abril de 2014

Una historia de fuego

Tengo una historia quemándome en el bolsillo desde hace años.
Cuando hace mucho sol, se apaga un poco a causa de la luz intimidatoria de éste. En esas ocasiones le creo un poco de sombra con mi lápiz, nada demasiado complejo. Cuando hace frío, arde con pasión, derritiendo todos los grados negativos en su atmósfera.
Es una historia sin sentido. Quizás sepáis de qué hablo; una historia sin origen. He creado algo intangible como un trozo de papel doblado dieciséis veces.
A veces me dice qué estrellas son más adecuadas para tomar el té. Yo escucho,  muda; es interesante oír una historia así.
Tengo quemadas que me duelen cuando las toco. Son el esfuerzo que he infringido en mi historia, y vale la pena. Deberíais ver la luz en los ojos de los niños cuando ven el fuego tocando el cielo con sus llamas y chispas. Una niña, una vez, se llevó una chispita minúscula, y tuve que enseñarle cómo cuidar de una historia para que crezca e ilumine todo.
Algunos me dicen que es mejor poner el fuego en papel, para que no se escape; pero yo prefiero las quemaduras y las chispas. Hacen de mi historia una mucho más libre e intrigante.

Una habitación

Una habitación cuadrada y simple. Las ventanas están cerradas; las cortinas ahogan la luz. Mi visión se limita al resquicio de iluminación que aparece de vez en cuando gracias al movimiento ondulatorio de una de las cortinas y una brisa inexistente.
La habitación no tiene muebles. En medio del cubículo, un bol. Me acerco. Desde el techo caen gotas que llenan el bol a un ritmo apagado y lento; debe de haber alguna gotera. Miro mi reflejo difuminado. El instinto me susurra que es mejor no tocar ese líquido intranquilo.
El sonido que hacen las gotas al caer es asfixiante. Mirando su caída, me pregunto cuándo acabará este calvario. Hay algo inquietante allí; es como si no hubiera tiempo.

...

No hay puertas.
Quizás he estado aquí minutos o toda la eternidad, no lo sé. La pequeña luz parpadeante de detrás de la cortina no cambia. Quizás no sea natural.
Mi cuerpo no me deja apartar esas cortinas pesadas.
Ya no me siento las manos.

...

Voy a hacerlo. Sí; tocaré el líquido. Quizás algo cambie; quizás pueda marcharme.

...


Una habitación cuadrada y simple. Las ventanas están cerradas; las cortinas ahogan la luz...