jueves, 28 de junio de 2012

La Historia de los Ángeles y Demonios


En el mundo, los ángeles no pueden volar. No son capaces. No pueden desplegar sus alas y mostrarse al mundo tal y como son. No pueden. Entonces se esconden en chaquetas raídas por el tiempo, en lágrimas desesperadas por volver al hogar. Y, al mismo tiempo, son perseguidos. Perseguidos por los demonios, que los maltratan, se burlan de ellos y les hacen creer que no son nadie. Mientras que son perfectos. Perfectos en quiénes son, como actúan, como viven la vida.
Y ellos, los ángeles, miran al cielo con añoranza, con ganas de desplegar sus alas y volar hacia esa promesa azul.
Pero no pueden.
Y se siguen escondiendo, cayendo su alma cada vez más bajo, hasta que un día se los encuentra muertos. Con el corazón oscuro, lágrimas negras en las muñecas.
Y los demonios se topan con eso. Se dan cuenta de lo que han hecho, destrozando una alma perfecta. Se miran al espejo, y se encuentran a su peor enemigo. Buscan en el cielo, la manera de comprender. De ver lo que los ángeles veían.
Ellos también se esconden. Guardan sus alas negras en burlas, maltratos, sueños destrozados.
Al ver un ángel muerto, se hacen preguntas. ¿Por qué hicieron eso? ¿Por qué son así?
Y descubren ese problema que ennegrece sus alas. Y se transforman, poco a poco, en ángeles. Descubren la verdad. Y su secreto, en su ático del alma, bajo llave. Entregan su alma al cielo, y así descubren la música de sus nubes.
Y sonríen al fin.
Hasta que descubren, que no pueden volar.

-Sé tú mismo, y así, podrás volar. 

lunes, 25 de junio de 2012

En la Realidad,
      el tiempo te consume.
En los Sueños,
     te conviertes en espíritu
que vaga por los mundos.
El tiempo desaparece,
        para no volver
y eres dueño
 de un destino que,
      impaciente,
te llama.

domingo, 10 de junio de 2012

La chica en la ventana


Prólogo 

Uno nunca sabe cuándo su vida pasará a ser una historia completamente diferente. Puede ser un día cualquiera, en que te levantas y te pones el uniforme de siempre. En que te preparas tu café con chocolate y leche de siempre, para salir corriendo por la puerta y coger el bus de siempre por los pelos. Hacer clase normal en tu colegio normal.
Hasta que lo ves
CON ELLA.
Que le dedica A ELLA sus ojos verde bosque, que le sonríe con su sonrisa del tamaño de Europa A ELLA, que la coge de su mano A ELLA.
Y yo me paro en medio del pasillo, el mundo chocando conmigo.
Calando esa información poco a poco en mi interior.
Vi que todo había pasado de ser ÉL Y YO a ser ÉL Y ELLA, y yo en una esquina.
No es lo que vosotros imagináis. No salí corriendo, lágrimas en los ojos, en cuanto los vi. Él no salió corriendo en mi busca, en nuestra busca, para arreglarnos, y yo lo rechazaba. Ojalá. Pero no.
Ellos pasaron a mi lado, riendo, felices, con todo rosa y purpurina alrededor. Él me vio, y sólo dijo adiós. Y ya está. Observé cómo se alejaban, y yo seguí mi camino.
Continué con mi día, y me fui a casa. Entré en ella, y luego en mi habitación.
Y allí sí, que lloré.
Recordando la promesa que me hizo, que estaríamos juntos. Como en un cuento cutre de hadas cursis. Cuando paseábamos, haciendo excursiones por la montaña. Nada de bonitas playas con crepúsculo de fondo. Éramos los que escalaban y se ensuciaban.
Y luego todas esas fotos, cuando me decía que tenía que ir a Juilliard a estudiar música, y él fotografía.
Y en mi habitación, destrocé mi guitarra negra de toda la vida,
las fotos,
los recuerdos,
las notas desperdigadas aquí y allá.
Y esa noche, mi móvil quedó en silencio, sin mensaje de buenas noches ni una llamada de él. Simplemente me quedé yo, sola, y un corazón destrozado.
Pasó de ser ÉL,  a ser él.
Y así empezó otro día, y otra historia que volver a empezar de cero.



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Holaaa!! A ver. ¿Qué os parece? ¿Qué preferís, La chica en la ventana o El cielo en pedazos? Pondré una encuesta aquí al lado y ya me diréis qué tal. ^^
Bye!! 


PD: Ánimos, paltanita Laila. Y a la otra paltanita, QUE REAPAREZCA!!! 

jueves, 7 de junio de 2012

Ojalá se acabara todo esto ya.


Hi.
Mirad, sé que mi vida os importa un pepino, pero necesito desahogarme.
No tengo autoestima.
Eso es todo.
Cuando la gente pregunta porqué cambié de colegio, debo mentir. No es porque estaba lejos, no. Era porque me hacían bullying. No me pegaban, por suerte. Sólo machacaban todo lo que era yo.
Me insultaban, y me hacían la vida imposible. Me llamaban fea. Me marginaban. Me decían que tenía que volver a mi país.
Y siempre quería gritar que YA ME GUSTARÍA. Porque no puedo. Jamás conoceré mi propio país.
Y ahora, que al fin escapé de ese horror, me miro al espejo, y me doy cuenta que los demonios los tengo dentro. No puedo huir de mí misma.
Y como que tengo un miedo increíble a que me vuelvan a destrozar el corazón, me lo destrozo yo.
Me han utilizado.
Y me tiraron a una basura.
Me refugio en mis libros, porque allí no tengo demonios interiores.
Odio que me toquen, porque siempre significa que me harán daño; pero ahora daría lo que sea por un abrazo.
Me refugié en escribir. Allí escribía, plasmaba, mi corazón destrozado.
Pero nada ha cambiado.
Sigo diciéndome que soy UNA MIERDA. Que soy fea, que yo seré capaz de amar, pero que JAMÁS nadie se podría fijar en mí ni de casualidad.
No, no soy una suicida. No he llegado a ese punto, y no llegaré. Sólo destrozo mi alma, para que nadie más me la destroce.
Todo es culpa mía.
Y, además, tengo que añadir egoísta a la lista de defectos míos. Y pensar, que estoy aquí quejándome como una estúpida llorona, mientras que miles de personas lo pasan muchísimo peor que yo.
Algún día iré a una montaña desde donde podré observar el mundo, y gritaré. Gritaré, y seguiré gritando, hasta que mi alma se una con el cielo.
Ojalá se acabara todo esto ya. Ser persona. Vivir el día día con una sonrisa de verdad. 

domingo, 3 de junio de 2012

Prólogo: "Esperando lo inesperado"


Tabla de chocolate con avellanas, un poco derretida
El bus no venía ni a gritos, y tenía que estudiar una tonelada de libros que me provocaba el dolor en mi espalda. Ni siquiera cabían en la mochila. 
Miré otra vez el reloj. Debería haber llegado hacía 10 minutos. Suspiré, agobiada.
¿Sabéis ese momento, en que es imposible que ocurra algo digno de mención? ¿En que es un día cualquiera, un momento cualquiera, en un lugar cualquiera, y ocurre
Pues éste es uno de esos momentos.
Vi por el rabillo del ojo, una figura que pasaba a toda velocidad por la calle de enfrente donde estaba yo.
Iba en un skate, y una sudadera puesta de cualquier manera. A su espalda, una guitarra.
Mi corazón dejó de latir. Lo seguí con la mirada, hasta que desapareció calle allá.
Ya no me importó ni el bus,
ni los libros,
ni los exámenes,
ni la vida siquiera.
Sólo quería saber quién era él.
Y precisamente en ese instante, pasó el bus. Reaccioné a tiempo y lo llamé antes de que se fuera en mis narices.
Subí, pero el guitarrista-skater se había gravado a fuego en mi mente.
                             
-¿Quéééééééééééééééééééééééééééé???? ¡Ya estamos buscándolo por todos los conservatorios del mundo!-me chillaba Amy al oído por el teléfono-¡Vámonos! ¡Ahora mismo!
-Amy...
-¡Nada de Amys! ¡Vamos a buscar a tu guitarrista, anda!
-Amy, tenemos cinco exámenes. 
-¿Y?
-¿Cómo que 'y'? ¡Tenemos que estudiar y dejarnos de tonterías!-insistí.
-Pues lo buscaré sin ti.
-No.
-Sí.
-Nooo.
-Síiii.
-No-no-no.
-Sí-sí-sí.
-Bueno, vale. Pero le diremos a nuestras madres que vamos a estudiar juntas, y luego estudiaremos de verdad, ¿vale?
-¡SÍII!! ¡TE HE CONVENCIDO! Es que soy la mejor.
-Claro que sí, Amy, claro que sí.
-Te paso a buscar dentro de 15 min.
-O.K.
Y colgué.
Me preparé rápidamente para salir, con mis eternas Converse, mis tejanos y una camiseta de colores.
Le di un beso en la mejilla a mi madre, mientras salía fuera, donde ya se oía los pitidos del coche de Amy. 
-¿A dónde vas, Nessie?-preguntó.
-A estudiar con Amy en la cafetería de al lado de su casa.-mentí.
-De acuerdo.
Bajé las escaleras rápidamente, ya que no quería perder el tiempo esperando el ascensor. Y allí en la calle estaba Amy, en su coche descapotable negro. Tenía el pelo rubio y liso recogido en un moño alto, y los labios pintados de un rojo que se veía a kilómetros. Todavía no sé cómo pudimos llegar a ser amigas, con tantísimas diferencias. 
Me subí de un salto a su coche, que puso en marcha rápidamente.
Ahora que lo pensaba, todo eso era una locura.
-¿A dónde vamos primero?-pregunté, apartándome el pelo de la cara, y me di cuenta de que se me había olvidado ponerme mi coleta de siempre. Por suerte, encontré una goma de pelo en mi bolso y me la hice.
-Al Air of Music, claro. Es el mejor conservatorio de todos. 
Asentí con la cabeza. Amy siempre tenía razón.
Cuando llegamos, la entrada estaba abarrotada de gente. Miré por todas partes, pero no había ningún guitarrista-skater. Cuando ya estaba dando media vuelta, Amy me cogió del brazo y me arrastró hacia el río de gente.
-Pero, ¿qué...?
-¡Tú sígueme!-me interrumpió.
Después de haber empujado a todo el mundo y colarnos por delante de toda la cola de gente, llegamos al sitio donde vendían las entradas para ver el espectáculo de la noche.
-¡Dos entradas, por favor!-exclamó Amy, antes de que nos quitasen el sitio.
-Aquí tiene-dijo la señora, que no le vendría mal una sesión de gimnasia y una buena dieta-son 20 euros con 50.
Amy pagó sin hacer caso a mis protestas y entramos en el teatro del conservatorio. Me quedé con la boca abierta. Era ENORME. De esos teatros que tienes que ir no por la música, sino por el teatro en sí. Nos sentamos en unas butacas rojas de la sexta fila y esperamos. 
Poco a poco, el teatro se fue llenando cada vez más. Y yo cada vez más me daba cuenta de que todo eso era una inmensa tontería. ¿A quién se le ocurre ir a un teatro a buscar un guitarrista-skater con tu amiga que se parece a una princesa de cuento gótica?
Pasó un tipo que vendía comida y bebida y me compré una tabla de chocolate de avellana, un poco derretida. 
Las luces se apagaron de repente, y los focos iluminaron el escenario. Poco a poco, el murmullo de la gente hablando se extinguió, y todos miraron expectantes al escenario. 
Al cabo de unos segundos que se me hicieron interminables, apareció una niña pequeña con trenzas y un vestido rosa, y se sentó en un piano que no había visto hasta ese momento.
Puso los dedos sobre las teclas, y se quedó un instante mirándose los dedos, como esperando a que reaccionaran. Tragó saliva. Sentí pena por ella, ya que seguramente se había puesto nerviosa y se había quedado en blanco. Pero de repente, de una forma tan brusca que me sobresalté, empezó a tocar a toda velocidad.
Sus dedos se movían, ágiles, por el teclado, creando una bonita melodía, pero rápida, como la lluvia repiqueteando en el cristal de una ventana. 
Cuando acabó, después de un minuto o dos, todos empezamos a aplaudir, emocionados. Lo había hecho perfecto.
Por el rabillo del ojo vi que Amy se estaba empezando a aburrir. Ella odiaba ese tipo de música. Le sonreí, y ella me guiñó un ojo. 
-Ya verás que tu guitarrista está aquí, estoy segura.
En ese momento apareció un chico, y mi corazón dejó de latir. Pero no era él. Este chico llevaba una trompeta en una mano, y una silla en la otra. Se sentó y tocó una pieza.
Así pasó una hora, entre personas que salían a escena, tocaban con cualquier instrumento que a uno se le podría ocurrir, y se iban sin decir palabra. Y cada vez que alguien entraba, mi corazón se paraba, esperando a que apareciera mi guitarrista. Pero no aparecía.
Cuando el niño de la tuba que acababa de tocar salió, entró una chica con un vestido horroroso y un peinado que sólo le faltaba una gallina encima.
-Y ahora, señores y señoras, entrará  Eric Clawson. Os preguntaréis qué tiene de especial. Pues, es que él va a tocar una canción compuesta por él. 
La chica se fue, tambaleándose por no saber cómo andar con los tacones, y oí a Amy intentando reprimir la carcajada, haciendo que el señor calvo de en frente que se parecía a la chica, se girara molesto. 
El foco de una luz azulada alumbró el escenario. Todos esperamos. Y esperamos. Y volvimos a esperar. Pero el tal Eric Clawson no aparecía. 
Con un ruido infernal de algo que cae, apareció un chico con una sudadera puesta de cualquier manera, el pelo de un color a la deriva entre castaño y rubio, y unos grandes ojos ocres apareció en escena, empapado hasta los huesos. Llevaba una guitarra en la mano. Nos miró un momento a todos, el público expectante, con una inmensa indiferencia, se giró y le gritó a alguien que se ocultaba tras el telón:
-¡Ni se te ocurra tocar mi skate, Jack!
Luego, se sentó en la silla enfocada por la luz azul, nos volvió a mirar, se colocó la guitarra en el regazo, y sin más ceremonias, empezó a tocar. 
Yo le miraba hipnotizada.
ERA
ÉL.
Amy me miraba con los brazos cruzados, y una sonrisa de profunda satisfacción, mirándonos alternativamente a Eric y a mí. Pero no le hice caso.
Estaba absorta en eso que salía de su guitarra.
Era una de esas canciones que tiene el poder de enamorarte al instante. De hacer que cierres los ojos, y poder ver un cielo estrellado, el mar, un árbol lleno de pájaros de colores.
Cuando Eric tocaba, el cielo se caía en pedazos,
y cuando se acababa la canción
nuestras manos nos dolían 
de tanto aplaudir
pedíamos más
más
y cada vez más.
Cuando dejó de tocar,
sus ojos se posaron en mí,
cual orden del destino.
Y el silencio nos envolvió
con su manto.
Y me sonrió, sin importar la cantidad de gente que nos rodeaba.
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Hi!!!!!!!! Cuanto tiempo, ¿eh? Bueno. SÍIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!! Voy a empezar otra historia. Espero que esta, al menos, pueda acabarla ;) Seguramente es una porquería, pero bueno -.-' Seguramente, si habéis leído mi libro favorito, El cielo está en cualquier lugar, es un poco copiado de ese libro. Pero bueno. No puedo hacer nada xD Me lo he leído 5 veces. Os lo recomiendo si no lo habéis leído todavía ^^
bye!!
PD para Mel: mi padre no me deja ver la web de los gifts :'( es que me sale una página de protección cuando pongo la web, y para poder verla mi padre tiene que poner una contraseña. Vio el nombre de la web y no le gustó un pelo (sabe hablar inglés -.-') y no me deja D': Ah, y te toca hacer capi en All you need is love ^^
PD: El título de cada capítulo será una frase de alguna canción de Maldita Nerea (L) Esta es Con lo que nos hemos dado.